175.


Añoranza de aquellos recorridos de ferrocarril largos y lentos. La lectura se rentabilizaba más. Transcurso de los renglones versus avance del convoy. Se ponía el dedo en la página a la que se llegaba la lectura al detenerse el tren en una estación. Muchas estaciones eran en otro tiempo un libro abierto por sí mismas. Había que leerlas en unos minutos y absorber el ambiente pintoresco. Y si el viaje era por la noche el viajero se levantaba, salía a la plataforma y bajaba el tiempo de parada a participar de la madrugada de una estación. Un apunte: nada había o, en su caso, hay tan extraordinario y embriagante como una estación silenciosa en medio de la noche.