173.




Tiene a veces por costumbre detenerse un poco antes de terminar la lectura de una narración sabrosa. Se queda ahí en medio de la vía. Alelado, impávido, risueño, soñador. Como si el semáforo no le diera luz verde y no quisiera llegar al desenlace, esa estación término tras la cual acaso ya no se abrirá jamás otra ciudad, otro paisaje, otro recorrido.