88.


No hay nada cierto en que alguna vez, después de morir, seamos otra cosa. La materia única que fuimos mientras existimos muere con nosotros. No hay más. Si nuestros restos, adquieran la forma que adquieran, dan lugar a nuevas combinaciones con la naturaleza a mí me da igual. Eso no implica que yo sea un nuevo ser. No hay segundas oportunidades. Ni falta que hace.