2.



No es únicamente el suelo bajo el que chasquean tus pasos lo que está cimentado por restos y fragmentos de ídolos. A ti mismo te erigieron con el mismo material de sus adoradores. De tal modo que cuesta distinguir entre el objeto de culto y el sujeto impregnado de rendición al culto. Te lleva toda la vida marcar distancias y saber qué materiales te mantienen en pie y cuáles rechazas por absolutamente inicuos.